domingo, 26 de junio de 2011

El cometa Halley





Quién supo realmente qué pasó si ni tú ni yo lo supimos y cerrábamos los ojos en cada beso sin saber muy bien si el mundo desaparecía cuando lo hacíamos. Sólo el cosquilleo de unos labios y la garganta seca, sólo eso y el mareo de perder la noción del tiempo a tu lado; eso es lo que queda si recuerdo. Que hermosos momentos y, no obstante, muy hondo, al final de esta historia, me queda el sabor agridulce de saber que todo se terminó, que no duró eternamente, que tú y yo somos como todo en este mundo. Somos efímeros y agotados momentos. Sólo eso.

Intento escribir nuestra historia sin olvidar los pequeños detalles de lo que llamábamos "nuestro" y acabó siendo de nadie. Intento desesperadamente rescatar cada pieza de lo que fue aquello, aquello que llamamos amor y sólo fue un lapsus de tiempo que pasamos juntos. No sé si podemos llamarle amor a eso.

Y muy hondo, al final de esta historia, donde está el punto y final y el beso que lo concluye todo, donde está la última palabra y la última esquina. Allí, en lo hondo del recuerdo, tengo la extraña sensación de que no te has ido. Es como si hubiese quedado un fragmento minúsculo de ti en todo ésto, después de tanto tiempo, después de todo el riesgo que corrimos al querernos. La verdad es que no sé si nos quisimos o si todo fue, lo que suelen decir, un cuento.

Y no me importa, sinceramente. No me importa que siga sangrando tu nombre en alguna parte de mi conciencia y ese "tic, tac, tic, tac..." infinito me lleve a plantearme la naturaleza del amor que se acaba y no se olvida. Esta, nuestra historia, tan real y cruda, tan nuestra, me lleva a replantearme los esquemas del amor que duele y cura, es decir, que clava las uñas y luego lame la herida. No sé, creo que así es esto, que así es lo nuestro. Así, tan inexplicable, tan misterioso. Tan fugaz como el cometa Halley sobrevolando nuestros ojos por segundos aquel 17 de septiembre de un año que nunca existió y que nunca se olvida.




miércoles, 22 de junio de 2011

Quiéreme


Quiéreme ahora o tal vez mañana, me conformo si me quieres o si me querrás. Quiéreme tal como soy, con estas horas de vida y estos cristales rotos. Quiéreme como aquel mar quiso a las rocas, como cualquiera que quiere, quiere, sin más. Quiéreme como si no hubiese un mañana y el amor de cada día fuese el amor de un final. Quiéreme con la rabia de aquel que lo da todo. Quiéreme sabiendo que la vida es amar. Quiéreme con la vida en los labios. Quiéreme con besos y abrazos. Quiéreme como el Sol quiere a la Luna. Quiéreme como Romeo y Julieta, sí, así, quiéreme. Quiéreme con el ansia de perderme, con el quizás mañana ya no estás. Quiéreme como si todo lo que buscases lo encontrases conmigo. Quiéreme como si no hubiese nadie más. Quiéreme tocando el fondo y el cielo. Quiéreme sin saber. Quiéreme sintiendo. Quiéreme con un amor ciego, un amor que ve con los ojos cerrados porque no se ve sino con el corazón. Quiéreme con aquel amor infinito. Quiéreme como lo eterno que no despunta jamás. Quiéreme al despertar juntos. Quiéreme porque me quieres. Quiéreme porque te quiero.  Quiéreme queriendo y ya está.









jueves, 16 de junio de 2011

Aquellos maravillosos años


Jugar a no jugar demasiado. Quién diría que se pasaría la vida tan, tan rápido. Recuerdo perfectamente cuando ayer aún jugábamos a las casitas y hacíamos galletas de barro. Se ha vuelto tan cruel recordar, pero es lo que toca si quiero vivir contigo todavía, allá en aquellos años de ¿qué decir de aquellos años? fueron los mejores de mi vida y ya no están.

No quiero ser pesimista. Ser realista me sobra para saber, si es lo que quiero; quizás compreder que las cosas no vuelven tan fácilmente como nos vuelven al recordar. Las cosas han cambiado y hay cambios que no se pueden remediar, aquel que dijo eso debe de ser tremendamente infeliz y, sabes, me duele reconocer que está totalmente en lo cierto.









No sé qué nos ha pasado. ¿No quieres volver conmigo ha aquellos maravillosos años? Sabes, hace poco vi Midnight in Paris, ya sabes, la nueva de Woody Allen. Quizás me siento identificado con Marion Cotillard en el aspecto en el que ella también prefiere otra época a la que vive, qué triste suena pero, como bien dijo el genio Allen en otra de sus comedias: "Si la cosa funciona ¿por qué no?"

Me resulta frustrante vivir hacia delante y no hacia atrás. Las fotografías se van rompiendo con el tiempo y el recuerdo de aquellos años va diciendo adiós, sin remedio, sin antibiótico que me permita nadar un poco más por aquella vida que se nos va. Sabes, en ese sentido estamos algo muertos.




Russian Red – The Memory Is Cruel
¿Capaz o incapaz?



domingo, 12 de junio de 2011

El curioso caso de la mudanza



Mi amor por el cine nació en una sala llena de polvo, al menos es lo único que recuerdo y es la única versión que me queda. Veréis, todo empezó hace varios años, cuando yo tenía varios años menos y, casualmente, todas las cosas que tienen años tenían varios años menos. Era una tarde (o quizá una mañana) de esas tardes (o quizás de esas mañanas) en las que todo sucede según lo previsto. Aquel día yo ayudaba a mi padre en una mudanza, había comprado un nuevo local para montar un restaurante y, bueno, montar un restaurante supone lo que supone; supone mover neveras, supone poner sillas y mesas y supone encontrarte en todas las esquinas telarañas y, además, enfrentarte con el viejo temor de encontrar a las cucarachas que se esconden detrás de las cajas inofensivas y de las estanterías desaliñadas. Bueno ¿qué queréis? era una mudanza como cualquier otra mudanza del mundo. 

Y entonces, sólo recuerdo que allí las encontré. Encontré dos películas y permitidme ocultar el nombre de ambas para restarles protagonismo. Las encontré allí, en aquel lugar tan peculiar. ¿Quién espera encontrarse dos películas en un viejo local? Me sentía feliz porque yo pensaba que las mudanzas eran aburridas e improductivas y aquella vez me llevaría dos películas a casa.

Algunas veces vuelvo a aquella mudanza y me pregunto qué pintaban allí esas películas. Resulta emocionante pensar que si no hubiese ido ese día, quizás si no hubiese trasteado en ese momento aquel lugar, quizás en ese caso no hubiese encontrado las películas y hubiesen acabado en la basura junto con las cosas que mi padre tenía por inútiles trastos. Supongo que fue cosa del azar o del destino o quizás de la casualidad; la verdad es que las encontré y nada más (permítanme la rima).

Y esas dos películas, vaya, es asombroso lo que han supuesto en mi vida. Es posible que podamos aplicar al caso el viejo dicho de que el aleteo de una mariposa puede provocar un Tsunami en la otra parte del mundo. Aquellas dos películas propiciaron una reacción en cadena que ha dado lugar a lo que hoy soy, y no quiero aburrirles contando mis datos personales; me levanto a las 07:00 de la mañana como muchos de ustedes y en verano me doy el lujo de levantarme a las 12:00 si las condiciones meteorológicas y mi abuela lo permiten.

La cuestión es, queridos amigos, queridas amigas, querido Eduardo, que a día de hoy el cine es una parte esencial en mi vida. Es irónico porque mi madre se ha pasado mucho años diciendo que la causa de algunos de mis fracasos escolares está en el exceso de películas que veo desde niño: "te llenas la cabeza de películas y luego no haces tus deberes..." Creo que así son todas las madres, disfrutan culpando a los factores de ocio sobre los problemas educativos. Estoy seguro de que en los años 20, sin televisión y sin películas, el problema recaería en la radio o las canicas.

Próximamente quisiera contarles algo más sobre el cine. No he podido decir, en esencia, que supone en mi vida, aunque si que les he dicho que es una parte muy importante de ésta y, quizás con eso y con un poco de imaginación, pueden hacerse una aproximada idea de lo que significa para mi.

Y no hay mucho más que contar. Ésta tan sólo era una breve introducción, algo insípida y carente de entusiasmo, pero relativamente cierta y fiable sobre los echos que acontecieron hace varios años, cuando yo tenía varios años menos y, casualmente, todas las cosas que tienen años tenían varios años menos.




sobre la vida y obra de Sergio Carrión 






 

sábado, 11 de junio de 2011

Querido Karim


"Y al parecer nos sienta bien pelear, justo al contrario, fortalece más "

Como siempre suele pasar cuando me pongo a escribir una felicitación, tengo el impulso humano de cometer los habituales clichés, decirte "felicidades Karim" o "feliz cumpleaños Karim" y quedarme más ancho que Pancho, al que por cierto nunca he conocido. Pero puesto que eres una personas especial, ya no sólo por los momentos que hemos compartido, sino por lo que supones en mi vida desde que apareciste (allá por una foto de Tuenti que a veces me gusta recordar), me he propuesto escribir algo acorde contigo. Joder, seamos sinceros, un cumpleaños tiene que ser algo especial, además de que es una vez al año, no sé, jamás volverás a cumplir 19 años. Un cumpleaños es algo único, una pena que las personas nos resignemos a soplar las velas y a pensar que un día de cumpleaños es un día más en la vida.

Puedo decirte lo genial que eres y también puedo decirte lo contradictorio que, a veces, se vuelve esto que mantenemos: una amistad entre el odio y el cariño, entre las largas distancias y los metros. Las primeras experiencias son las que marcan y la nuestra fue... ¡tan increíble y desesperante! Cuando no hay palabras no hay palabras y buscarlas sólo nos hace perder el tiempo. Nuestra primera experiencia juntos fue Benidorm y así quedan las cosas, no hay más. Nos quedó todo.

Quisiera que supieras que eres realmente una persona especial. Déjame sonar cursi, no creo que te guste algo tan empalagoso (y más viniendo de mi) pero bueno, si hoy tuviese que hacer una lista con las personas que me han marcado en los último años tú estarías por ahí. No he tenido la oportunidad de conocer a muchas personas como tú. No son buenos tiempos para los soñadores.

¿Sabes? acabo de leerme la felicitación que te hice el año pasado, creo que esta va a superarla en cantidad y calidad, cosa que me alegra, no quisiera empeorar con el tiempo, eso se lo dejo a mis órganos vitales que, quiera o no, seguirán el curso de la naturaleza.

La primera felicitación la despedí con un "Tenemos toda la vida para conocernos" y considero que es, además de acertada, una frase tierna. En este mundo tan rápido, donde la información viaja tan fácilmente, toda una vida para conocernos supone que la amistad está fuera del alcance de lo que nos alcanza normalmente. Es decir, que la amistad es un clásico que no pasa de moda. Hay cosas que nunca cambian y, cuando el mundo está cambiando tan rápido, es reconfortante saberlo.

Querido Jack, querido Gemelo Gordo, querido Buzz, querido, en definitiva, Karim, hace 19 años que naciste y puedo decirte muchas cosas, pero creeré en todo momento que no estoy a la altura de toda una vida. Ahora descubro por qué odio los cumpleaños, quizás porque la gente sólo dedica un día al año ha celebrar algo que deberíamos acostumbrarnos a hacer cada día. Obviamente sin tarta, sin regalos, celebrar que estamos vivos y que la cosa sigue, no todos pueden decir lo mismo. La vida sigue y eso es lo único que puedo decirte ciertamente, a pesar de que me he esforzado por decir grandes verdades en esta felicitación. Y me vuelvo a quedar corto, únicamente tus palabras pueden estar, a 11 de junio de 2011, a la altura de un día tan especial. 




Me despido, hasta pronto. Sólo quería decirte que...

Feliz año nuevo








 
Pide mil deseos

 


 

 
 
 
 

miércoles, 8 de junio de 2011

Cristal


Se me había caído el espejo al suelo y vaya, a nadie le importaba. Aquel espejo roto en cristales que reflejaban mi cara por doquier. Tampoco importa que se haya roto, así es como me siento casi siempre: roto. Pero ¿por qué nadie se fijó en que mi espejo se había roto? la gente seguía caminando y caminando y yo en el suelo recogiendo el espejo con miedo de que se rompiese más. Así soy yo, el espejo ya estaba roto pero no quería romperlo más. Así creo que somos todas las personas, jamás aceptaremos que estamos rotos y eso quizás nos lleva a comprar muchos espejos. 

El espejo, claro está, es una metáfora de la vida. No me pregunten qué significa, no me importa mucho, pero así es como me siento. Me siento como aquel que ve como los esquemas de su vida se rompen contra el suelo y no importa mucho. Sí, justamente así me siento pero ¿saben? no importa, me siento así casi siempre, ya es normal. El espejo roto y yo recogiéndolo con las ganas de aquel supersticioso que cree que tendrá mala suerte. Veréis, la vida es así, mi vida es así, está como descompuesta. Mi vida es, imaginad, como aquel naufrago que no puede luchar contra el mar y navega a la deriva. Oye ¿no es triste? creo que esto es lo único que queda cuando no queda nada.

Y luego está la gente que camina y camina. Alguna vez he visto a personas igual que yo, intentando recoger los trozos de una vida que se les cae. Creo que la naturaleza de la vida es caer, pero las personas no somos capaces de soltar, de dejarnos llevar. Debe de ser bonita la libertad ¿verdad? Debe de ser hermoso saber que no hay nada que perder y, no, tampoco hay nada que ganar pero, oye, yo sólo quiero ser y eso es todo.


¿No suena tan difícil verdad?


La verdad es que estoy harto de todo esto. De todo el mundo, de mi, del mundo, de mi, creo que con eso puedo dejarlo claro. Estoy como cansado de seguir, cansado de querer detenerme, de seguir, de detenerme. Así como aquel que se ha cansado de ser espiral y quiere ser un punto efímero de vida. Pero no, a la gente no le importa lo que quiera. Quizás a mi tampoco me importa. Lo que quiero... oigan, lo único que quiero es saber si el espejo roto soy yo o soy el reflejo de algo que se ha roto ¿entienden?


Tengo la extraña sensación de que no van a entenderme.




lunes, 6 de junio de 2011

2 de septiembre de 1924


El 2 de septiembre de 1924 pasaron muchas cosas. Por ejemplo, seguro que alguien se compró un sombrero, seguro que alguien compró una barra de pan en esa panadería de la esquina, seguro que muchos niños jugaron al pilla-pilla. Y la verdad es que el 2 de septiembre de 1924 no fue un día tan especial. Los días no son especiales para todos, pero aquel 2 de septiembre de 1924 la abuela María nació y eso lo convierte en un día muy especial para mi.

La abuela María es la figura más representativa de mi familia porque tiene 86 años y no se muere y eso... eso la convierte en el miembro de la familia con más horas de vida. Imaginaos, he tenido abuela María durante mucho tiempo. La abuela María odia a todo el mundo, me odia a mi, odia  a mi madre, a mi padre, a mis hermanos y a mi perra de vez en cuando. Si mi perra hablase otro gallo cantaría. La abuela María disfruta discutiendo, creo que siempre quiso ser reportera de Telencinco. Las frases más usuales de ella son: ¿tú te crees?, me cago en la puta, me estáis matando "a poco a poco", esta casa parece un putiferio... 

No quiero que penséis que la abuela María es una mala persona. También te regala caramelos, te da propina si vas a comprar a Mercadona y te hace unas comidas excelentes. Es decir, la abuela María es bipolar. Compagina su duro trabajo doméstico, con sendos insultos y con alguna muestra de afecto.

A la abuela María al final, acabas queriéndola sin querer. Así es ella, claro ejemplo de que la belleza está en los actos y no en... ¿las palabras? La abuela María es tan genuina, es tan única, tan... yo quiero ser como ella. No, no quiero cambiarme de sexo, pero quisiera ser tan imprescindible y a la vez tan irritante para alguien. ¿Cómo puedo odiarla y amarla a la vez? Supongo que son años y años de experiencia. 

Estoy seguro de que algo os habrá quedado de la abuela María y también estoy seguro de que no la podréis apreciar tanto como yo. Es un espectáculo estar con ella, ser testigo de esas historias que cuenta, historias que sucedieron hace 60, 70 años. Es como una ventana indiscreta que mira al pasado. Es como una recopilación de esas cosas que no estarán aquí dentro de unos pocos años. Es lo que queda de lo que se fue. 

Y esto es todo lo que puedo deciros de la abuela María. Podría deciros más cosas, hablaros durante interminables días de sus manías, sus carencias y sus virtudes. Podría hablaros de todos esos pequeños detalles que no olvidaré nunca y que luego contaré a mis nietos y, vaya, en realidad por aquel entonces ya habré olvidado los pequeños detalles. Es una pena pero así es la vida, no queremos hacer lo que acabaremos haciendo.




La abuela María


sábado, 4 de junio de 2011

Jeux d'enfants


Recuerdo la luz pausada del Sol sobre tu cara, así como aquel que quiere olvidar a destiempo y sólo olvida el pequeño detalle de si el viento jugaba con tu pelo o eran mis dedos, ya no me acuerdo. Allí, ¿por cuántos lugares habremos pasado? ¿cuántos moteles de carreteran habrán llovido?

Y ahora aquí, con esta luz del Sol que vive como pausada, emitida como flashes que incendian la habitación desde la que escribo para desahogarme, porque si no le cuento a nadie que existes o lo hiciste, me oprime la soledad de las horas mudas, esas que ya no tienen tu risa, ni siquiera el eco. Y por eso escribo: para dejar de morir por ti y para que me mate el tiempo, eso es lo normal. El tiempo mata, lo sabes muy bien.

Y después de todo lo que hemos vivido, odio tener la sensación del punto muerto. Aquí estoy, a esta hora, en este instante y me parece que todo lo que hemos vivido no vale para nada. Sólo, de aquello vivido, guardo algunas cicatrices enlatadas. No... cicatrices ecológicas que me tatuaron tus besos al natural. Vaya, ojalá fuese más fácil olvidar, aunque eso conllevase olvidar todo lo bueno. Olvidar, al parecer es un lujo que no está permitido.

Y ¿me preguntas qué haré mañana? Mañana seguiré por aquí, recordando. Muchos dicen que al recordar vamos perdiendo los detalles de lo que vivimos, supongo que tienen razón. Yo ya no recuerdo si fue el viento quien jugaba con tu pelo o eran mis dedos. He visto tantas veces esa imagen que ya no la recuerdo. Así se empieza a olvidar, recordando. Qué difícil se ha vuelto este juego.  













viernes, 3 de junio de 2011

Grace


Aquella sensación de quedarse sin mil palabras, luego inventamos aquel viejo refrán de la imagen que vale más. A veces pienso que estábamos equivocados, pero cuando no estás, sinceramente sólo me queda recordarte en imágenes y las palabras no ayudan a recordar. 

Prometo que voy a quedarme corto, de mangas y de piernas, porque haga lo que haga no te voy a conseguir y la gente se irá sin saber de ti más que... mil palabras. Pero tú no eres palabras, eres el último escalón de la perfección que sólo se consigue con el tiempo, al andar. La gente no va a andar para ti, ellos sólo leen para mi y tú no vas a estar.

¿Cómo se puede pintar la perfección del mundo? ahora recuerdo que dicen que la perfección dura un segundo y, en ese caso, tenemos muchas probabilidades de que el segundo pase sin nosotros darnos cuenta. La perfección que dura un segundo y el hombre que vive 90 años, no vale la pena vivir tantos. El tiempo está loco. Estamos predestinados a preguntarnos si la perfección se nos ha pasado o si el reloj se ha parado o si quizás estamos dormidos. Que estrés, tú no has durado mucho aquí.  






 






jueves, 2 de junio de 2011

Somos dos



Muchas veces no soy yo
y tan sólo me reconozco en las palabras,
cuando veo que soy de tela
y se esconden, tras la máscara, las verdades.

Bailo entonces descompasado
al ritmo de la mentira,
como si fuese la vida un juego
y la existencia el último aliento del alma.

Son momentos duros,
o mejor dicho,
lo son cuando despierto.
Cuando respiran mis pulmones
y no aquellos que aparentan serlo.

He perdido fuerza y libertad.
Estamos los dos en el mismo cuerpo,
compartiendo guerra y paz.
Odiándonos cuando no nos queremos.

El tiempo dirá,
o intentará mentir.
Seremos otra vez esclavos de las circunstancias.
Ingenuos que creyeron ser
lo que soñaban ser.