martes, 23 de agosto de 2011

Yo y mi querido Monstruo


Es esa maldición que arrastro, ese secreto de hace tanto, aquel secreto de fotografía que no guardo, que quemé hace tiempo. El recuerdo es un cruel compañero de viaje, cuando el viaje no ha sido bueno.

Y después de tanto tiempo, ya cicatrizado el miedo, ya ni llorar, ni notar el desahogo del llanto mojar la almohada, ni la libertad de los gritos que comían en silencio. Lo peor que me ha podido pasar es perder el miedo, el miedo de no comprenderme ante el espejo. El miedo de no saber muy bien qué he hecho yo para merecer esto. Ya no me queda mucho miedo y lo poco que queda descansa, quieto; aún, a veces, cuando nadie habla, en silencio, aún escucho la respiración del Monstruo y me digo: "No te confíes tanto, porque el daño inesperado, dos veces daño".

Y así ha pasado el tiempo, ha llovido mucho, también ha salido el Sol y hemos crecido. Nos hemos vuelto más maduros y hemos sabido callar el dolor con el analgésico natural de los años, ya sabéis: "El tiempo lo cura todo".

Y un día, sin darme cuenta, un día me despierto y mi vida es tan normal, tan común. Una vida como las de esas fotografías que todos guardamos, porque nos gusta recordar lo que vemos en ellas. Y, en cierto modo, me alegro de que las cosas hayan terminado así, creo que me merezco un descanso, una prórroga. Me merezco unas vacaciones para respirar, para recuperar las fuerzas. Uno nunca sabe, nunca puede estar seguro; decían que no hay que subestimar al enemigo y es posible que mi Monstruo despierte algún día. Otra vez.




viernes, 5 de agosto de 2011

Encuentros en la fase onírica


Hoy he vuelto a soñar con ella, ¿verdad que es hermosa? Un poco altiva sí y, como en un sueño, tan sólo es una imagen, una copia de ella, no tan perfecta como ella, pero es ella a fin de cuentas, cuando menos la esperaba y, estoy sorprendido. La he esperado durante quién sabe cuántos segundos perdidos.

Y ella, allí, en el punto más profundo de la noche, puedo ver como un beso le cierra la boca, !espera¡ creo que estoy lo he leído. Pero era extraño verla allí, tan lejos del mundo, allí donde parecía que sólo fuese mía, sin serlo, donde parecía que estaba en el momento y en el lugar oportunos para que, sin saberlo, se cruzasen nuestras miradas y, aunque durante breves segundos, yo ya no la olvido.

No obstante, sigue estando como lejos, como si no fuese capaz de tocarla, como si después de todo fuese más real de lo que pensaba, ¿por qué no puedo tocarla? ¿por qué? este es mi sueño y debería acabar bien, yo sólo quiero abrazarla; "¡qué cursi!" diréis que me estoy volviendo, pero creo que esto del amor tiene sus efectos secundarios. Yo sólo quería abrazarla... sólo quería un CCC (Complemento Circunstancial de Compañía) y resulta que me quedo solo.

¿Qué daño puede hacer un simple abrazo? ¿cuánto sufrimiento puedo causar si me encierra entre sus brazos? Que lo haga por puro capricho o para calmar el ansia que tengo de ella; de querer a ella tanto yo no saber bien expresarlo. Y otra vez, allí, tan lejos del mundo, en la callé 33 de un sueño, en una estación... ¡no! espera, yo iba en la parte trasera de un coche y dadas las circunstancias la veía por la calle y ella también me veía, y mientras la perdía al girar la esquina su rostro se había grabado como una de esas ilusiones ópticas que siguen perpetuándose en la pupila, como marcadas por un fuego incandescente que brilla con cierto sabor a recuerdo, con cierto sabor a victoria, con cierto sabor a "¡Por fin eres mía!" y durante unos segundos soy el hombre más feliz 'del sueño'. Al parecer, después de todo, esto de la fase onírica no está tan sobrevalorado.


.