jueves, 21 de febrero de 2013

Qué tiempos aquellos


Voy a desaparecer, hacia adentro, allí donde un día habían trastos que te pertenecían, sentimientos que han caducado y que sigo conservando por nostalgia, esa droga que me lleva a seguir pensando en ti, aunque duela, aunque ya no valga para nada. La nostalgia, que hace que te guarde como fotografía en un álbum de fotos al que he llamado "Joder, qué tiempos aquellos". Y, la verdad, qué tiempos aquellos. Era verano, y supongo que eso hace que sea más difícil olvidarte. En verano se ven más estrellas, y ya sabes que cualquier noche es más inolvidable si hay estrellas. Y luego estabas tú, y tú sonrisa, y esa forma improvisada que tenías de hacerme volar sin despegar del suelo. 

Y supongo que lo daría todo por volver a aquellos días en las que me pasaba horas arreglándome la sonrisa para, nada más verte, dedicártela. Pero tengo que pasar página, me lo dice el hecho de que hace tiempo que ya no estás, de que ya, seguramente, estés formando parte del álbum de fotografías de cualquier otro. ¿Pero cómo pasar página cuando tu corazón no se ha cansado aún de leer las mismas líneas? Es una buena pregunta. Y quizá por eso el corazón nunca se ha llevado bien con el sentido común, porque el corazón tiene algo que al sentido común le falta casi siempre: cojones. Cojones de no tirar la toalla ni por causas perdidas que, al fin de cuentas, es lo que somos. Causas que se perdieron entre cubatas de orgullo y exceso de ganas; entre chutes de esperanza por encontrar algo que le diese algún sentido a la vida; entre carencias crónicas de autoestima. Aquellos días recuerdo que nos llovió mucho por dentro, y que los pilares de cualquier futuro juntos terminó pudriéndose irremediablemente.

1 comentario:

  1. Tengo que decir lo mismo que en la anterior entrada, perfecto.

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